Hipocorísticos o por qué nos dicen como nos dicen

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¿Alguna vez te has preguntado por qué a Antonio le dicen Toño y a José le dicen Pepe? Te contamos qué son los hipocorísticos aquí.

Qué son o de dónde vienen

Los hipocorísticos vienen del vocablo griego  “hypokoristikós” que significa “caricia” o “con caricias”. No se usa solo para los nombres, es una forma de denominar que el nombre es de cariño y así le decimos a los diminutivos de nombres propios, términos que se vuelven familiares, infantiles y eufemísticos, como “guagua” por “perro” o reducciones en los nombres como “Majo” por “María José”.

Cómo se forman

¿Cómo se crean? Los hipocorísticos tienen algunas normas en cuanto a los nombres propios, pero el ingenio hispano las ha trascendido y encuentras todo tipo de formaciones para decirle de cariño a alguien o nombrar algún objeto.

Estos lineamientos (que no siempre se realizan) suelen quitar el final o el principio del nombre, como: “Nando” por Fernando, “Ely” por “Elisa”, “Rafa” por Rafael, “Neto” por Ernesto, etc.

A veces, cuando son dos términos, se toma el inicio de cada palabra, como en “Luzma” por Luz María, “Majo” por María José o “Josema” por José María.

También sucede que, al reducir o cambiar, se termina modificando fonéticamente el resultado, como “Alex” que es una reducción de “Alejandro”, pero como no diremos “Alej”, se convirtió en “x”. Algo parecido sucede con “Toño”, pues la parte final del nombre original sería “Tonio”, volviéndose como el sonido “ñ” por la frecuencia de uso.

Otros términos ya populares probablemente se crearon por imitar un lenguaje más sencillo, como el de los niños, como es el caso de “Coco” por Socorro o “Lalo” por “Eduardo”.

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Algo muy frecuente en la creación de estos hipocorísticos es la palatalización o, dicho de otra manera, la incorporación de un sonido “ch”. Por eso, tenemos términos como “Poncho” en lugar de Alfonso, “Chío” para denominar a Rocío y “Chivis” por Silvia o Silvio.

¡Todo un mecanismo de creación!

Algunas curiosidades

Hay ocasiones en que se combinan varios de estos procesos creando un resultado algo alejado del original, como “Chela” por Isabela. En este caso se están tomando las últimas dos sílabas “be-la”, pero se reemplaza el inicio por el sonido “ch”.

Podemos ver un proceso parecido con el nombre Soledad que se vuelve “Chole”, con las dos primeras sílabas “So-le” y la incorporación del sonido “ch” en el inicio.

Algo muy curioso de estos términos es que pueden terminar volviéndose nombres propios, como en el caso de “Margarita” que era “Rita” de cariño y ahora es un nombre propio o “Anel” que era el término de “Ana Elena”.

Como puedes ver, los hipocorísticos son toda una muestra de lo que los hablantes hacemos con nuestro idioma, adaptándolo a nuestra forma de vida, creencias y, sobre todo, a la comodidad del hablante, acostumbrado a la economía del lenguaje y reducir las palabras largas a términos más cortos, fáciles de decir y recordar.

¿Qué piensas de esto? ¿Conoces hipocorísticos muy extraños?